jueves, 25 de julio de 2013

Las 300 personas más ricas del planeta atesoran más que 3.000 millones de pobres



"Citamos estas cifras porque nos ofrece una comparativa clara e impresionante, pero en realidad la situación es aún peor: las 200 personas más ricas tienen aproximadamente 2,7 trillones de dólares, y eso es mucho más que lo que tienen 3.500 millones de personas, que tienen un total de 2,2 trillones de dólares", explica el economista.

Jason Hickel destaca que su movimiento quiere hacer algo más que ilustrar "el brutal índice de la desigualdad" y demostrar que la situación empeora día a día. Citando un estudio reciente de la ONG Oxfam, el economista recalca que el 1% de los más ricos aumentó sus ingresos en un 60% en los últimos 20 años, con la crisis financiera acelerando este proceso en vez de frenarlo.

En el video 'La Desigualdad de la Riqueza Mundial', el movimiento 'The Rules' expone cómo crece esta desigualdad con el paso del tiempo en diferentes países. Así, durante el período colonial, la brecha entre los países ricos y los pobres aumentó de 3:1 a 35:1. Desde entonces, la brecha ha crecido hasta un nivel de 80:1.

De acuerdo al economista, el crecimiento de la brecha se debe en parte a las políticas económicas neoliberales que instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han impuesto a los países en desarrollo durante las últimas décadas.

"Estas políticas están diseñadas para liberalizar los mercados a la fuerza, abriéndolos a fin de dar a las multinacionales un acceso sin precedentes a tierra barata, recursos y mano de obra. Pero a un precio muy alto: que los países pobres pierdan alrededor de 500.000 millones de dólares por año de su PIB", explica el profesor citando al economista Robert Pollin, de la Universidad de Massachusetts.

Según Jason Hickel, se trata de un obvio flujo neto de riqueza desde los lugares pobres a las zonas ricas. "Los gobiernos de los países ricos celebran constantemente cuánto gastan en ayudas para los países en desarrollo y las empresas multinacionales comprueban esto mediante los informes anuales, pero ninguno confiesa lo mucho que sacan de los países en desarrollo", concluye el economista.

Visto en RT Actualidad / Economía

martes, 9 de julio de 2013

Finn Erling Kydland: ´Rescatar bancos es incentivar la mala gestión y premiar a los malos gestores´

"La austeridad es precisa, pero recortar en innovación, investigación y educación no es inteligente" - "Reducir el salario mínimo es bueno para los jóvenes: facilita la entrada al mercado laboral"

Finn Erling Kydland (Noruega, 1943) vive y enseña macroeconomía en Estados Unidos, donde colabora con el banco central de Obama, aunque no se corta a la hora de asegurar que las políticas de estímulo público de Norteamérica están condenadas al fracaso, frente a la austeridad auspiciada por la alemana Merkel. Su propuesta para salir de la crisis es tan clara como opuesta a lo que hace España: el camino es la innovación y la tecnología, previo control del déficit, que considera el único gancho para atraer inversores

Articulo completo en:
Finn Erling Kydland: ´Rescatar bancos es incentivar la mala gestión y premiar a los malos gestores´ - La Opinión A Coruña:

viernes, 5 de julio de 2013

Los balbuceos de la democracia en Egipto - elConfidencial.com

EFE - 04/07/2013  Enrique Rubio

El Cairo, 4 jul (EFE).- La palabra democracia nunca estuvo entre las más escuchadas en la plaza Tahrir durante la revuelta popular que derribó a Hosni Mubarak en 2011.

Cualquier presente aquellos días en la icónica plaza de El Cairo enumeraría términos como "justicia", "libertad", "pan", o la demanda estrella, "dignidad", antes que la reclamación de un sistema democrático al uso.

Sí, el sentir mayoritario coincidía en que la democracia era el camino más apropiado para alcanzar los objetivos, después de haber experimentado más de 60 años de dictaduras militares, pero las urgencias, tal y como lo interpretaban los egipcios, eran otras.

Poco ha cambiado dos años y medio después.

Egipto se ha enredado en una bizantina discusión sobre si la expulsión forzosa del poder de Mohamed Mursi merece o no ser llamada "golpe de Estado", pero la cuestión parece más un arma arrojadiza que una fiel defensa de los principios de la democracia.

Ni Mursi puede presumir de credenciales democráticas -menos aún tras el decretazo constitucional que emitió en noviembre para situarse unas semanas por encima de la ley y sacar adelante su Constitución-, ni quienes han apoyado ahora su desalojo tendrán arrestos para considerarse paladines de la democracia.

En realidad, el debate léxico sobre la denominación de la maniobra militar gira sobre todo en torno a las consecuencias que esta podría tener.

Aunque se ha mostrado remiso a llamarlo "golpe de Estado", el presidente estadounidense Barack Obama ya ha ordenado revisar la ayuda que su Gobierno otorga a Egipto, unos 1.500 millones de dólares anuales.

Si finalmente le otorgan ese calificativo, Estados Unidos estará obligado por ley a suspender su ayuda, un maná en estos tiempos de penurias económicas.

Por eso, la expresión se ha convertido en tabú entre quienes apoyaron al Ejército -sin duda, una mayoría de egipcios-, sin que hasta el momento haya habido una reflexión profunda acerca de los límites de la democracia en un contexto tan volátil como el de Egipto.

En la región está muy extendido el tópico de que "la democracia no es para los árabes", que goza de muchos adeptos.

La fracasada experiencia de Mursi al frente del país ha reforzado a quienes sostienen esa tesis, y en las masivas protestas de esta semana no eran pocos quienes se atrevían a pedir abiertamente la vuelta de los militares al poder.

Sin embargo, la primera impresión es que el Ejército prefiere no comandar el país desde la primera línea y está interesado en que se celebren elecciones cuanto antes para elegir a un presidente civil.

El poder omnímodo de las Fuerzas Armadas, por encima de la elección democrática de la sociedad solo un año antes, ha vuelto a quedar en evidencia en las últimas horas, así como su prestigio como la única institución en el país al margen del partidismo y la fragmentación.

Con el golpe, los militares subrayan su autonomía y lo que entienden como su pacto sagrado con el pueblo, un compromiso que no entiende de mediadores ni de interlocutores, por mucho que estos hayan sido elegidos democráticamente.

"El Ejército egipcio no es, ni nunca lo ha sido, una institución ideológica", escribe el analista H.A. Hellyer en la publicación "Foreign Policy".

"Su única preocupación ha sido mantener su independencia frente al resto del Estado, y asegurar la estabilidad de Egipto, sin la cual se vería forzado a implicarse en el lío de gobernar a decenas de millones de personas", agrega.

Frente a la creencia extendida de que los militares en el fondo se oponen a los islamistas, Hellyer defiende que los generales eran los primeros interesados en que Mursi devolviese la estabilidad al país.

La experiencia de la Junta Militar -que pilotó Egipto desde la caída de Mubarak, en febrero de 2011, hasta la elección de Mursi- escaldó a los generales, que podrían optar en esta ocasión por una "democracia tutelada".

Lo cierto es que la democracia ha caminado con pies de barro en Egipto desde que fue estrenada en junio del año pasado, con las primeras elecciones presidenciales limpias en la historia del país.

El islamista Mursi y sus seguidores invocan la "legitimidad" contra el golpe del Ejército, a lo que sus detractores replican que su resistencia numantina a adelantar las elecciones cuando millones de personas se lo pedían no permite ser muy halagüeño sobre su compromiso real con la voluntad del pueblo.

Solo el tiempo dirá si las revueltas de la primavera árabe trajeron una ola democratizadora a la región o si, por el contrario, únicamente hicieron aflorar los odios soterrados bajo las dictaduras republicanas.

En cualquier caso, parece seguro que los paradigmas que utilizan las democracias occidentales para juzgar la evolución política en el mundo árabe deberán seguir sometidos a una constante revisión.

Los balbuceos de la democracia en Egipto - Via: elConfidencial.com

jueves, 4 de julio de 2013

Lo que se sabe del golpe de Estado en Egipto - BBC Mundo - Noticias



El Ejército en Egipto depuso este miércoles al primer presidente democráticamente electo del país, Mohamed Morsi.
Los militares suspendieron la Constitución y anunciaron la creación de un gobierno interino, encabezado por el presidente de la Corte Suprema Constitucional, Adly Mansour, quien fue juramentado en una ceremonia televisada este jueves.
De acuerdo con un decreto militar, encabezará un gobierno tecnócrata hasta que se celebren nuevas eleciones presidenciales y parlamentarias, en una fecha que no ha sido determinada.En la ceremonia, Mansour juró "preservar el sistema de la república, respetar la Constitución y las leyes, y salvaguardar los intereses del pueblo".

¿Qué sucedió?

Lo que se sabe del golpe de Estado en Egipto - BBC Mundo - Noticias: